“Baja al cráter del
Snaefellsjokul por donde la sombra del Scartaris llega a acariciar antes de las
calendas de julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la Tierra, como he
llegado yo. Arne Saknussemm….”
Leyendo este
pasaje de la famosa novela de Julio Verne con nueve años, me hice la promesa de
pasearme por el cráter del volcán Snaefells cuando fuese mayor, intentando
descubrir la caprichosa oquedad por la que Saknussemm primero, el profesor
Lidenbrock después y una servidora mucho más tarde, entrarían al centro de la Tierra.
Años más
tarde, ya entradita en años, pasé 24 horas en los alrededores de Reikjavik de
camino a Groenlandia, y lo poquito que vi de aquella impresionante tierra, no
hizo sino renovar mis votos y puse fecha de caducidad a mi promesa. Sería el
verano de 2014 el elegido para saciar esa curiosidad gestada años atrás.
Sabía que me
iba a encontrar en Islandia una isla con un sobresaliente en naturaleza porque
preparando el viaje había visto unas fotos impresionantes, pero al llegar
descubrí que más allá del sobresaliente, fue una matrícula “Cum Laudem”.
La primera
semana dimos una vuelta a la isla, empezando, por supuesto, por el gran oeste de
la Península de Snaefellness; un rosario de fiordos, cascadas, valles glaciares
y coladas volcánicas del tamaño de un mar interior hicieron saltar a nuestras
pupilas de sus órbitas. Pero fue el “trekking del Laugavegurinn”, desde
Landmannalaugar a Pórsmörk (60 km en 4 días) el que me arrancó la más alta nota
jamás dada a un entorno natural. Quiero destacar que no hay ninguna exageración
en mis palabras, es más, sabéis que he tenido la fortuna de emocionarme con
marcos incomparables como los encontrados en Groenlandia, Hawaii, el cañón del
Colorado o las llanuras del Rift, pero nada como aquellas tierras de riolita
emocionarán al pintor más avezado cuya paleta quedará pequeña para colocar la
cantidad de pigmentos, algunos ni todavía inventados, necesarios para
representar tal magnitud de belleza.
Consejo que
me agradeceréis:
-Parque
Nacional de Skattafel.
-La laguna
de Jokulsarlon.
-Las playas
de Vic.
- Las
cataratas de Gulfoss, Skogafoss y Seljalandfoss por la tarde.
-El fenómeno
de vulcanismo que dio nombre a los geiseres: “Geysir”.
Sería la
manera breve de contemplar vulcanismo, glaciares y las cascadas típicas de
Islandia.
Releyendo
las páginas finales de la novela de Julio Verne me llamó la atención el
siguiente párrafo:
”¡Strómboli! –repetía
yo-. ¡Strómboli!
Mi tío me acompañaba con sus ademanes y sus
palabras. Parecía que estábamos cantando a dúo.
¡Ah, qué viaje! ¡Qué
maravilloso viaje! ¡Entrar por un volcán y salir por otro, y estar éste situado
a más de 1200 leguas de Snaeffels, de aquel árido país de Islandia situado en
los confines del mundo! Los azares de la expedición nos habían transportado al
seno de las más armoniosas comarcas de la tierra. Habíamos abandonado la región
de las nieves eternas por las de la verdura infinita, y dejado encima de
nuestras cabezas la cenicienta niebla de las zonas heladas para contemplar
luego extasiados el azulado cielo de Sicilia.”
¡Uhm…!
Sugerente destino….podría fácilmente convertirse en una nueva promesa por
cumplir.
Webgrafía Básica
www.booking.com Para la reserva de hoteles.
www.wowair.es Para los vuelos.
www.husey.de Un albergue en un
emplazamiento espectacular.
www.geysir.is Para alquilar
coches.
www.re.is Para reservar los transportes
anfibios necesarios para ir y regresar al trekking de Laugavegurinn.
www.fi.is Para reservar los refugios del
Laugavegurinn.
www.snjofell.is Para contratar la
excursión que te lleva en coche oruga a la cima del Snaefellsjokul (la entrada
al centro de la Tierra)
www.northsailing.is Para contratar
la excursión para ir a ver ballenas.
www.alfilodeloimpresentable.blogspot.com.es/2009/09/Islandia-trekking. Ofrece amplia información sobre el
Lauvegurinn.
LO QUE NO
HAY QUE PERDERSE
-Por
supuesto, el trekking del Laugavegurinn.
-La subida
al Snaefellsjokull en coche oruga.
-Visitar los
pueblos pesqueros del norte de la península de Snaefellnes y probar la sopa de
pescado en “Gamla Rif”.
-El “fish
and chips” en el puerto de Husavik antes de ir a ver las ballenas.
-Visitar la
zona de Krafla, un escénico mar de lava, probar el cordero y el pan de geyser
en la granja Vogafjos, visitar el paisaje marciano de Hverir con sus calderas
de lodo y terminar la jornada bañándose en la “Laguna Azul del Norte”, viendo
el crepúsculo a las 11 de la noche.
-Las
cataratas de Godafoss y Dettifoss al norte, las de Skogafoss y Seljalandfoss,
al sur.
-Pasar una
noche en la granja Húsey, en una bella zona aislada y hacer una cabalgata sobre
los famosos caballos islandeses hacia un delta para ver focas.
-Visitar
Seydisfjordur, uno de los fiordos del este más espectaculares.
-Probar las
cigalas de Höfn.
-La ruta del
“Skaftafellsheidi” y comerse un bocata en un mirador frente a tres lenguas
glaciares.
-Los famosos
acantilados de Dyrhólaey y disfrutar del vuelo de los simpáticos frailecillos
en las playas de Vik.
-Pasearse
por el centro de Reikjavik y dejarse los cuartos en sus singulares
restaurantes.