miércoles, 2 de septiembre de 2015

ALASKA o…. ¡“La última frontera”!



Esta es la frase que queda impresa en todas las matrículas de los vehículos del Estado 49 de la Unión. La última frontera fue, desde luego, para todos los pioneros que probaron fortuna en las cuencas del Yukon, del Susitna y del kenai River. Pioneros y…pioneras, algunas muy famosas, como Nellie Neal Lawing quien, huyendo del maltrato de su primer marido, emigró a Alaska ella solita en 1915, y convirtió un viejo bar de carretera junto al lago Kenai en una “fonda-museo”, por la multitud de trofeos de caza mayor, y en un lugar de obligada visita por las historias de supervivencia que contaba, amenizadas por sus” strawberries pies”.



Se hizo tan famosa, que quien le mandaba cartas desde otro estado o cualquier parte del mundo, solo tenía que escribir en el sobre: “Nellie, Alaska”, y la misiva llegaba sin ningún problema.

Dos presidentes norteamericanos, actores famosos y hasta el príncipe de Bulgaria compartieron velada con esta independiente mujer. Y no me extraña que este vasto territorio forjara una personalidad tan aventurera, o personalidades tan intrépidas como la de Don Sheldon, avezado piloto que llevaba a investigadores y escaladores a los glaciares del Mckinley.




 Se cuenta que, en una ocasión, un barco volcó en el Susitna River y cinco pasajeros se aferraron a las rocas. Sheldon aterrizó aguas arriba con un hidroavión, descendió por los rápidos, agarró a uno de los hombres y lo dejó en lugar seguro, repitiendo la operación cuatro veces más hasta que rescató a los cinco. 


Alaska es tierra grandiosa, ruda e intrépida, donde la difícil tarea de dominar los elementos es compensada por su increíble belleza.





La tierra que “regalaron” los rusos a E.E.U.U. solo sugiere volver. En tres semanas contemplamos las maravillas de la península de Kenai (fiordos, glaciares consteros, nutrias, salmones y halibuts), el parque nacional Katmai (la mayor concentración de osos grizzlies del mundo), una pequeña parte del inmenso parque nacional Wrangel St. Elias con sus volcanes y antiguas minas, la Denali Highway y sus sorprendentes paisajes, para finalizar en el mítico Denali National Park y su máximo exponente, el monte Mckinley (6.194 metros, la mayor altura de Norteamérica).





Pero nos dejamos en el tintero algunas de las deshabitadas islas Aleutianas, en constante movimiento gracias a la acción de la tectónica de placas, los osos gigantes de la isla Kodiak y los de Brooks Falls, sin olvidar las fantásticas “Northen Lights” que ya se pueden contemplar en la segunda quincena de agosto, cuando la noche ya abraza, al menos, cinco horas de la jornada.




Los cerca de 1.700.000 kilómetros cuadrados de Alaska dan para más de un viaje. Eso sí, sin olvidar llevar en el bolsillo más cercano al corazón, el spray antiosos y la biografía de Nellie.


LO QUE NO HAY QUE PERDERSE

-La llegada a Homer con el telón de fondo de las montañas del kachemak Bay State Park.

-Las cascadas del río Russian, donde decenas de salmones intentan saltarlas para desovar río arriba.

-El sobrevuelo a Katmai National Park y ver a los osos grizzlies  en su hábitat, gozando de la abundancia de salmones.

-La llegada de los pesqueros a Homer y Seward, repletos de haibuts y salmones, y el espectáculo del despiece de estos gigantes del mar.

-Los encantadores restaurantes y galerías de arte de Homer Spit.

-El rafting en el río Kenai y después satisfacer los hambrientos estómagos con una hamburguesa en el bar de carretera cercano.

-El camping de caravanas de Seward y su barbacoa municipal.

-El glaciar Exit, el campo de hielo Harding y el bosque lluvioso cercano.

-El cangrejo real, sí, ese de los programas de “Pesca radical”…sencillamente exquisito

-El crucero por el Kenai Fjord National Park. Ballenas, leones marinos, delfines, frailecillos, nutrias marinas y glaciares costeros.

-El Sea Live Center, un centro de recuperación de fauna marina en Seward.

-El “Yukon Bar”, en Seward. Una auténtica experiencia alaskeña entre cervezas, moteros, música country y una mesa de billar.

-El museo “Maxine & Jesse Whitney” en Valdez. Aloja la mejor colección privada de objetos, arte nativo y fauna perfectamente discada de Alaska. Ojo con su ejemplar de alce macho.

-Conducir por la McCarthy Road y llegar a la mina de kennicott.

-La vista del volcán Drum desde el Copper River Princess Wilderness Lodge, en Glennallen.

-El Aurora Borealis B&B y la hospitalidad de su dueña Sheila.

-La Denali Highway y las tortitas del Mclaren River Lodge.

-La excursión en el Denali National Park con los autobuses del parque hasta Wonder Lake para ver “la montaña” (Mt. Mckinley) reflejada en las aguas de una laguna en “Reflecting point”. El madrugón y las 8 horas de travesía  se pasan volando viendo osos, alces, renos, águilas calvas y perritos de las praderas.

-La exhibición de los alaskan huskies que tienen los guardas forestales del parque y como tiran de los trineos.

-El sobrevuelo del Mckinley, sencillamente sublime.

-La encantadora ciudad de Talkeetna al más puro estilo Far West.

-Volar sobre el Polo Norte y ver la banquisa casi derretida. Dedicado a los excépticos del cambio climático.


Webgrafí@ Básica
www.condor.com   Compañía aérea que ofrece los vuelos más directos posibles.
www.hallobay.com   Empresa con la que se puede visitar katmai National Park
www.alaskarivertrips.com  Empresa para hacer rafting en el río Kenai.
www.ferryalaska.com  Compañía de ferrys que conecta los principales puertos
www.talkeetaairtaxi.com Empresa que fundó Sheldon con la que se puede hacer el sobrevuelo al Mckinley.
www.toursaver.com  Libro de bonos descuentos para distintas actividades.