jueves, 2 de septiembre de 2010

¡QUÉ TENDRÁ EL PAÍS DE LAS BARRAS Y ESTRELLAS…!

¿Serán sus paisajes grandilocuentes?


¿Serán sus personalísimas ciudades?

¿Será el precio de la gasolina y de los levi’s?

¿Será la relativa facilidad para comunicarse gracias al alto índice de hispanoparlantes…?

¿Será la “Fast food”?

No sé, pero lo cierto es que a mi familia y a mí nos tiene enganchados. En esta segunda incursión en este vasto país hemos disfrutado a tope del “modus vivendi” californiano en su máxima expresión: el cable car, las hamburguesas, el surf, osos, el “new york steak”, todoterrenos “pick up”, coca cola, raperos, ardillas, olas, secuoyas, lobos marinos, acuarios, niebla, sol, vino, mansiones, kétchup, y glamour.

Preparé el itinerario en base a datos de la guía visual del País Aguilar y acerté un pleno al 15. Cinco noches en San Francisco, tres en Yosemite, una en Monterey, una al final de la ruta del Big Sur, en un pueblecito de origen danés muy singular y cuatro noches en Los Ángeles.

San Francisco es, después de Nueva York, la segunda ciudad con mayor densidad de población del país. Está situada en el extremo de una península, con el Pacífico al oeste y la bahía de San Francisco al este. Sus aproximadamente 43 colinas hacen que las calles sean empinadas y que las vistas que ofrezcan sean magníficas. Dividida en unos barrios bien diferentes (Castro, Haight Ashbury, Chinatown, Little Italy, Fisherman Wharf,…) aportan a la ciudad un aire multicultural, sereno, elegante y conciliador que, además, hacen que probablemente sea la ciudad americana con más personalidad.

Los 3030 kilómetros cuadrados del Yosemite National Park protegen uno de los paisajes montañosos más hermosos del mundo, formado por bosques de hoja perenne, praderas y paredes de granito verticales. Sus vertiginosos precipicios, escarpados cañones, valles, secuoyas gigantes y cascadas se combinan para dar a Yosemite su incomparable belleza. Vimos ardillas, vistosos pájaros, ciervos y hasta un oso, de chiripa, pero lo vimos bien cerca ¡Menos mal que era cachorro!

Monterey, probablemente lo que más me gustó. Conserva su peculiar carácter de puerto pesquero, con ballenas incluidas y una puesta en escena más que teatral propiciada por el exclusivo “ciprés de Monterey”, uno de los pocos tipos de árboles que se pueden adaptar a las condiciones ambientales que impone el Pacífico. La mejor forma de recorrer la espectacular costa de la península de Monterey es tomar la 17-Mile Drive. Esta carretera de peaje brinda maravillosas vistas del oleaje, la flora costera y las mansiones exclusivas en medio de escénicos bosques. La carretera comienza en Spanish Bay, una popular zona de merenderos en el límite de Pacific Grove. Entre los lugares de interés destacan el pueblo de Carmel by the Sea y Lone Cypress, el árbol más fotografiado del mundo

El tramo de costa más agreste de California fue apodado en el siglo XVIII por los colonos españoles como “el gran país del sur”. Desde entonces, Big Sur ha sido descrito por multitud de hipérboles, como la del escritor Robert Louis Stevenson, que lo denominó “el encuentro entre el mar y la tierra más impresionante del mundo”. Sus 160 kilómetros de increíbles montañas, acantilados y calas rocosas siguen hoy dejando a los visitantes sin adjetivos. A excepción de la panorámica Highway 1, construida a través de este escarpado paisaje durante los años treinta, Big Sur permanece casi virgen, solo molestado por los boquiabiertos visitantes y la omnipresente niebla.

La ciudad de Los Ángeles ocupa una cuenca grande y llana y está rodeada de playas, montañas y desiertos. Tiene 1200 kilómetros de extensión y una población de algo más de 4 millones de habitantes. Sirva como anécdota y como referente para apreciar las distancias y magnitudes de las que estamos hablando el que cuando llegamos a L.A., que lo hicimos por la costa, llegando directamente a la playa de Santa Mónica y tras disfrutar de unas horas de “baño” en las frías aguas del Pacífico, nos dispusimos a introducir en nuestro indispensable navegador, la dirección de nuestro “CÉNTRICO” hotel y, cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos en su pequeña pantalla que la distancia hasta el mismo era de 28 kilómetros. Imaginaos yendo de Murcia a Alhama sin salir de la ciudad, sabiendo que esa distancia es el radio y no el diámetro de la metrópoli. L.A. es tal y como reflejan las películas, de hecho, doblas una esquina y te tropiezas con un equipo de filmación. A pesar de su tamaño, lo más interesante de ver queda reducido a Santa Mónica, Venice Beach, Rodeo Drive, Sunset Boulevard, Hollywood Boulevard con su Paseo de la Fama, Beverly Hills y los parques temáticos. Un 10, por cierto ,a los Studios Universal.

En fin, probablemente sea esta mezcla de cotidianidad que nos aporta nuestra cultura cinematográfica y la sorpresa que queda representada en nuestra retina al contemplar lo que el país de las barras y estrellas nos ofrece lo que haga que ya tenga medio esbozados dos nuevos itinerarios para próximas “excursiones”.



LO QUE NO HAY QUE PERDERSE

.El Golden Gate entre niebla.

.La “Clam Chowder”, una sopa de marisco presentada dentro de un pan redondo.

.Los lobos marinos amontonados en los muelles

.Los artistas callejeros.

.Las galerías de arte de San Francisco

.Las rebajas de “Macy’s” (Levi’s 501 a 25 €)

.La visita a Alcatraz.

.La calle Lombard.

.El vino de Sonoma.

.El paseíto en cable car

.Álamo Square, el barrio hippie y Castro.

.El Golden Gate Park de 5 kilómetros cuadrados.

.Comer las galletitas de la fortuna en pleno Chinatown.

.Conducir un coche automático por sus largas carreteras oyendo a “the Boss”.

.Salir del túnel de acceso al parque de Yosemite y encontrarte con el “Capitán”.

.Bañarse en el río Merced en pleno valle, rodeado de cascadas, paredes de granito y ardillas.

.La vista desde Glaciar Point.

.Las praderas y lagunas glaciares de Toulume Meadows.

.La excursión para ver ballenas en Monterey.

.Correr las cortinas de la habitación de tu hotel y encontrarte un ciervo al otro lado del cristal.

.La 17-Mile Drive.

.Carmel by the Sea, Solvang y la calita del parque Julia Pfeiffer Burn.

.Los surfistas en Malibú y los skiter en Santa Mónica.

.Las hamburguesas de Carl’s Jr.

.El ambiente de Venice Beach.

.La vista nocturna de L.A. desde el observatorio del parque Griffith.

.Visitar los Studios Universal y Dowtown Disney.

.Poner tus manos sobre la huella de las de Cecil B. Demille.



CONSEJOS:

.El sistema de transportes no es muy bueno en las grandes ciudades. Para L.A. , el coche de alquiler sin dudarlo. Para San Francisco, los primeros días dedicarlo a lo más cercano (Fisherman Warf, Chinatown y distrito financiero) y utilizar el cable car, y los días posteriores alquilar un coche o unos kars turísticos (más fáciles de aparcar) para hacer los recorridos más lejanos. El hotel es ideal reservarlo en la zona de Unión Square.

.Si se va a alquilar coche, es indispensable un navegador. Yo me llevé el mío al que previamente introduje la cartografía de California.

. El verano en San Francisco es fresco. Llevad chaqueta de abrigo.

WEBgrafía BÁSICA:

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